De polvo, sillas, libros y trastes,
Se adorna en silencio el santuario,
Ilusión y guarida del legionario.
¡Con batutas de lápices, son gobernantes!.
Ojea pues, sin recato, el intruso y el maleante,
Leyendo títulos gallardos en portadas roídas.
En faena mancilla con dedos, antes de la huída,
El ratero, que esperan, los círculos de Dante.
Tiempos detenidos, en esas hojas, galopantes
Obras maestras de mentirosos profesionales,
Algunos que en vida, rechazaron editoriales,
Y ahora en su añal, reciben premios triunfantes.
Historias de amor, con protagonistas campantes,
Con ilusiones de felicidad, algunas de antaño,
Se graban para siempre, al pasar cada año,
Y hay quienes hacen de ellas, sus fieles amantes.
Se escuchan anagramas, disfrazados de fonemas;
Canto único y desafiante, de quienes osan pasar.
La mayoría, sólo toca la puerta para empezar;
¡Error! Derrumben la pared, si quieren ver más.
Sombras y tinieblas, ocupan más que un solo tema,
Se enfrentan los Héroes, a la Muerte y sus secuaces,
¡Ayudantes fantasmales!, oscureciendo con sus fauces,
Estos usan la punta del lápiz, como invencible anatema.
Indagan su Galatea y otros hipan una Eva.
Sin darse cuenta, olvidan la búsqueda verdadera;
Ciegan: No es la Galatea, la pieza más duradera,
¡Es ser un Pigmalión!, lo que el viento no se lleva.
Hay épicas aventuras y mitología.
También mora la realidad en fantasías.
Se cuentan infantiles mundos como utopías,
Donde los animales cantan, porque el hombre no regía.
Aristóteles, amigo mío, tu pensamiento prodigioso ha errado,
Estas maravillas, por generación espontánea no nacieron,
Han sido la pena y gloria, de atletas superiores a Nerón,
Hombre traicionado, que dicen, a Roma ha incendiado.
Se describen estrellas de colores indescifrables,
Yacen sólo en la mente de quien las combate,
Queriendo salir y luchar, aunque haya empate,
Por pelear con recato y buenos modales.
Paredes hechas de perales,
Tocan el cielo y a Dios.
Sólo se puede decir adiós,
Es inútil el querer tocarles.
Además, hay escaleras que al abismo llegan,
Tocan el fuego y algunos peldaños derriten,
Entre tanto el Tentador y sus aliados mienten,
Mientras Dios y sus ángeles, paciencia tengan.
Tragedias, sufren pobres infelices,
Protagonistas que nos recuerdan,
Que los problemas se amoldan,
Que se debe luchar y ser felices.
Acción y finales inesperados, ambientes
Todos imaginarios; claro, habrá algunos
Tan salvajes, como los hombres montunos,
Que de historias y vida, andan urgentes.
Y como Borges entre las sombras,
Caminan valientes estos victimarios,
Víctimas son, los papeles ordinarios,
Y de su blanco, no quedan plétoras.
Y de poetas y locos hay más de un ensayo,
Y de ensayistas los poetas morirían temprano;
De la crítica y el análisis se cansaría la mano,
Tanto que los pobres, sufrirían un desmayo.
Confuso vivir este oficio, de lidiar con el vocablo.
Apresurados, todos dicen en coro, que es Don divino.
Colegas, si bien es cierto, más de una vez es dañino,
No podemos entonces, culpar a Dios o al diablo.
Y de palabras, convenciones todas, son éstas,
El soporte franco de quien inmortaliza; salvando
Con melancolía los recuerdos y abandonando
Sus vidas, hacen maromas con letras, estos artistas
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