¡Ah, dulce néctar que se abre paso entre mis entrañas!
(Exquisito el paladar que sacia las apetencias del método)
¡Ah, y mira como allana el camino hacia los senderos del bosque!
…extraña sazón a hierro que retiene el dolor de la herida.
Abierto está el abrecartas detrás de las hojuelas de papel escritas:
Con manchas de colores se abre paso la melancolía.
¡Oh, nostalgia!: hermosa espera es tu venida:
¡Oh, añoranza de lo que no se consuma todavía!.
Certeza hay en la esperanza tardía: Y esperanza que hace
Las veces de nuevas melodías.
Qué diré al canto de los raudales llenos de muelas que mascan
Toques de sinfonías. Qué diré a las puertas cerradas,
Después que la llave está dentro del cerrojo
De espejos, víctimas de retratos miles.
¡Ah…! qué diré a ti dulce espera, y a ti: alas que vuelan
Sobre el aire que flota en la sequía: No hay desierto para siempre
Lleno de arena sobre sus pupilas, ni ojos que para siempre absortos
Se vislumbren admirando tal antología. ¡Ah, distancia!
Qué diré a los metros que se acortan cuando
Cercana está la expedición; o a las millas terrestres que surcan el
Universo entero buscando galácticas formas donde reposar
Sus días. Qué diré a mi reflejo sobre los matorrales vetustos
Donde las eras yacen dormidas….!Oh, qué diré ti! Y qué me diré
Al verme responder tantas preguntas cargadas de felonía.
¡Oh primavera, color pastel, sabor de lleno entonando
Las notas que abrazan francas filias: entre matices se entienden
Los pinceles, y entre vocales los escritores de casta vieja y moderna cacería.
Entre azules se hallan
Las gaviotas y verdes los suelos llanos donde se pasean
Las semanas y los días. Entre números los contadores de sueños
Vanos, abstractas cuentas y figuras rebosadas de geometría.
¡Oh, suspiro, llanura entera, donde los montes se deshacen sobre
Las hierbas cálidas que abrazan el invierno tangente a los mediodía!
….y aquí ya no hay lo que es cuando desecho está lo que pretendía.
... y aquí es mejor olvidar lo que el olvido no recuerda estando
Sentado en las murallas mías: estando de pie en el altozano antiguo,
Donde las ventanas viejas no dejan posar el polvo sobre las mirillas.
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