Hace poco entendí algo (tal vez usted ya lo sabe o lo tiene escondido en el déjà vu del alma que muchos llaman inconciente). Es esto del ser o no ser: que el no ser, no implica el dejar de ser; sino el jamás haber sido. Es decir, que lo contrario al ser no es dejar de ser, porque dejar de ser es una degradación del ser; como un anciano que va perdiendo la vista que una vez tuvo. Sin embargo, el no ser implica jamás haber sido; como el que nace ciego y llega a la vejez.
No hay degradación en el no ser: implica pues una negación absoluta del ser y existe en sí misma como negación. Por tanto todo lo que es podrá dejar de ser; pero todo lo que no es jamás podrá llegar a ser. Luego las cosas que vemos, palpamos como que son y tienen ser, no han podido generarse desde el no ser, porque no ser es una absoluta negación que se cierra sobre sí. Por ejemplo: el no ser un triángulo no puede generar un triángulo, pero el ser triángulo puede degradarse, por ejemplo, hasta convertirse en círculo.
Entonces, si bien dejar de ser proviene de una degradación de lo que es, cabe preguntarse: ¿Cómo eso que llamamos no ser llega a ser? Porque evidentemente existe el triángulo, el círculo, el hombre, la luz, etc. y todo esto que vemos hoy en algún momento no fue, y lo sabemos porque al presente vemos que es, que existe; y con el paso del tiempo vemos que va dejando de ser hasta una degradación total. Debe haber entonces una negación del no ser, un ente capaz de vencer ésta barrera de negación absoluta y cerrada, y este ente como negación del no ser tiene que poseer de sí mismo su ser, es decir, el Ser desde siempre (porque no puede ser degradación total o parcial de otro, y evidentemente existe, por ello lo descartamos dentro del no ser), y por tanto tener en potencia y en acto la virtud de anular el no ser, es decir, tener en «potencia» lo que es ser triángulo para romper en «acto» la barrera de su no existencia, así mismo es capaz de romper la barrera del no ser del tiempo, del espacio, de la materia, de lo invisible, etc.
A este ser lo conocemos como Ser Supremo, el que posee el Ser de sí mismo, es a quien llamamos Dios .
No hay degradación en el no ser: implica pues una negación absoluta del ser y existe en sí misma como negación. Por tanto todo lo que es podrá dejar de ser; pero todo lo que no es jamás podrá llegar a ser. Luego las cosas que vemos, palpamos como que son y tienen ser, no han podido generarse desde el no ser, porque no ser es una absoluta negación que se cierra sobre sí. Por ejemplo: el no ser un triángulo no puede generar un triángulo, pero el ser triángulo puede degradarse, por ejemplo, hasta convertirse en círculo.
Entonces, si bien dejar de ser proviene de una degradación de lo que es, cabe preguntarse: ¿Cómo eso que llamamos no ser llega a ser? Porque evidentemente existe el triángulo, el círculo, el hombre, la luz, etc. y todo esto que vemos hoy en algún momento no fue, y lo sabemos porque al presente vemos que es, que existe; y con el paso del tiempo vemos que va dejando de ser hasta una degradación total. Debe haber entonces una negación del no ser, un ente capaz de vencer ésta barrera de negación absoluta y cerrada, y este ente como negación del no ser tiene que poseer de sí mismo su ser, es decir, el Ser desde siempre (porque no puede ser degradación total o parcial de otro, y evidentemente existe, por ello lo descartamos dentro del no ser), y por tanto tener en potencia y en acto la virtud de anular el no ser, es decir, tener en «potencia» lo que es ser triángulo para romper en «acto» la barrera de su no existencia, así mismo es capaz de romper la barrera del no ser del tiempo, del espacio, de la materia, de lo invisible, etc.
A este ser lo conocemos como Ser Supremo, el que posee el Ser de sí mismo, es a quien llamamos Dios .
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